
Cirujano condenado por atroz maltrato a médica santandereana obtiene permiso para trabajar en Clínica de Valledupar
El caso del cirujano Antonio Figueredo fue tema de opinión pública nacional que reveló una alarmante realidad sobre la violencia de género y el abuso de poder en el ámbito médico. Figueredo, reconocido por su carrera profesional, se vio envuelto en un escándalo sin precedentes cuando salieron a la luz los horrores que había infligido a su colega, María Paula Pizarro, una joven médica que trabajaba bajo su supervisión en un destacado hospital de Santander.
La relación entre Figueredo y Pizarro, inicialmente profesional, se convirtió en un tormento para la joven médica, quien sufrió repetidas golpizas y abusos mientras trataba de ejercer su profesión en un ambiente ya de por sí estresante. Lo que comenzó como una relación clandestina pronto se convirtió en una pesadilla para Pizarro, quien se vio atrapada en un ciclo de violencia del cual le costaba escapar.
La condena de Figueredo a 16 años de prisión por violencia intrafamiliar, lesiones personales y acceso carnal violento contra Pizarro, permitieron, sin embargo, la reciente autorización para que Figueredo cambie su domicilio a Valledupar y trabaje en una clínica de la región, lo que ha generado indignación y preocupación entre quienes abogan por la justicia y la protección de las víctimas.
El permiso concedido por el juzgado penal del circuito con funciones de conocimiento de Bucaramanga ha sido interpretado como un acto de permisividad hacia un individuo que ha demostrado ser un peligro para las mujeres que trabajan bajo su supervisión. El abogado de la víctima, Jaime Lombana, ha expresado su consternación ante esta decisión, advirtiendo sobre el riesgo de que Figueredo repita su comportamiento violento.
El caso de Pizarro al denunciar los abusos que sufrió a manos de Figueredo, ha inspirado a otras víctimas a alzar su voz y buscar justicia. Pero queda claro que aún queda mucho por hacer para erradicar la violencia de género y garantizar la seguridad de todas las personas en Colombia.
"En un momento en que la sociedad está llamada a reflexionar sobre la igualdad de género y el respeto a los derechos humanos, el caso de Figueredo y Pizarro nos recuerda la importancia de seguir luchando por un mundo donde todas las personas puedan vivir libres de violencia y discriminación." Señaló la parte defensora de Pizarro.