
Gremio arrocero en Santander respalda el paro pero descarta bloqueos en las vías
El gremio arrocero aseguró que atraviesa una grave crisis económica y se declara en alerta ante el desplome de los precios de compra del grano, la eliminación de subsidios clave y el incumplimiento de acuerdos por parte del gobierno nacional.
Aunque 140 cultivadores del departamento han decidido apoyar el paro nacional arrocero convocado para este lunes, lo harán de manera simbólica. Así lo explicó Sebastián Rico, uno de los líderes del gremio en la región, quien señaló que, a diferencia de otros departamentos, en Santander la cosecha está en pleno desarrollo, lo que impide bloqueos prolongados en vías sin poner en riesgo toneladas de arroz recién cortado.
“Nosotros queríamos hacer presencia, pero la gente teme que se prolongue el bloqueo y las cosechas se queden en la carretera”, explicó Rico, quien aclaró que su apoyo se mantendrá a la expectativa de la respuesta del Gobierno.
Entre las principales inconformidades, Rico señaló que los subsidios prometidos tras las protestas pasadas nunca llegaron o tienen requisitos imposibles de cumplir, como estar clasificados en las categorías más bajas del Sisbén, algo que no aplica para la mayoría de agricultores que poseen tierras y producen comercialmente.
Además, criticó la eliminación del subsidio al almacenamiento, mecanismo que permitía mantener estables los precios del arroz en temporadas de alta cosecha, y advirtió que, mientras los agricultores reciben pagos cada vez más bajos por tonelada, hoy alrededor de 1 millón 200 mil pesos frente a 1 millón seiscientos mil pesos o 1 millón 700 mil del año pasado, el precio del arroz blanco al consumidor final sigue sin bajar.
Ante este panorama, los arroceros piden implementar lo que llaman una “libre comercialización vigilada”, donde el Estado supervise y certifique los inventarios reales de arroz en poder de los molinos y su impacto en los precios. Aseguran que no se trata de intervenir en la libertad de mercado, sino de vigilar los precios del mercado.
Mientras tanto, denuncian que los subsidios o apoyos prometidos por el Gobierno no han llegado, y los productores temen quedarse con sus cosechas en la carretera ante la imposibilidad de competir en un mercado dominado por la industria molinera.