
La búsqueda de Jonathan Santiago Urrea, menor secuestrado en límites entre Río de Oro y Ocaña, un reto para las autoridades
Se cumplen más de 48 horas del secuestro de Jonathan Santiago Urrea, un joven de 16 años que fue raptado en zona rural entre Río de Oro, Cesar, y Ocaña, Norte de Santander, sin que hasta el momento se tengan resultados de su paradero.
Algunas fuentes han señalado que lo más probable es que los delincuentes hayan trasladado al menor hacia la región del Catatumbo, utilizando rutas de escape por los caminos de Venadillo, Aguas Claras y La Floresta, en zona rural de Convención. Por esta razón, el Ejército Nacional mantiene operativos en la zona para dar con su ubicación.
El secretario de Gobierno de Ocaña, Fredy Arengas, indicó en diálogo con La FM que desde el primer momento se activó el plan candado para impedir la salida de los secuestradores. El funcionario confirmó que el hecho ocurrió cuando el estudiante se movilizaba en motocicleta por el sector de El Carbonal, jurisdicción de Río de Oro, donde fue interceptado por hombres armados que se desplazaban en un vehículo.
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Dos horas más tarde, las autoridades encontraron ese automotor incinerado en zona rural de Convención, lo que aumentó la hipótesis de que el joven estaría en poder de grupos ilegales que operan en la región.
Cabe recordar que en el Catatumbo hacen presencia estructuras del ELN y disidencias de las Farc, señaladas de cometer secuestros, extorsiones y otras acciones violentas. Sin embargo, hasta ahora, ningún grupo armado se ha atribuido la autoría del hecho.
El secuestro ha generado preocupación y rechazo en las comunidades de Ocaña y Río de Oro, donde los habitantes piden mayor presencia de la Fuerza Pública y garantías de seguridad.
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La Gobernación del Cesar anunció una recompensa de 30 millones de pesos por información que permita ubicar al menor, luego de un consejo de seguridad.
Este caso se suma al de Kevin Andrés Patarroyo, otro adolescente que completa 153 días en cautiverio tras ser secuestrado en zona rural de Ábrego, Norte de Santander. Su familia, residente en el sur de Bolívar, asegura que hasta ahora no se conoce quién lo tiene ni con qué propósito.